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Flora de Murcia

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Capparis zoharyi, la tapenera de la Sierra Minera

Hasta 1996 esta singular planta, la tapenera de la Sierra Minera (Capparis zoharyi), exclusiva –en la Península Ibérica– de la sierras del entorno de la ciudad de Cartagena, era una completa desconocida para la flora murciana, española y europea. Paradójico, pero cierto. Fue ese mismo año cuando los botánicos Diego Rivera y Francisco Alcaraz repararon en esta curiosa tapenera, en los márgenes de la carretera F-42, una pista minera sin asfaltar, que conduce al Llano del Beal, y la citaron muy acertadamente como Capparis aegyptia, por primera vez en un Congreso de Fitosociología en Almería, en 1997.

Capparis-zoharyi-Monte-San-Julian-bolas-Fertiberia

Sin embargo, transcurridos diecisiete años, la bibliografía botánica seguía –y sigue– aportando tan sólo una referencia geográfica, a una única localidad y a una única cuadrícula UTM de 1 x 1 km: Llano del Beal y 30SXG9165. Muy poca información para una especie que aunque rara se encuentra ampliamente dispersa por varios enclaves de la Sierra Minera de Cartagena y La Unión.

Que se celebrase en Murcia, mi ciudad, el VI Congreso de la Sociedad Española de Biología y Conservación de Plantas, de la que soy socio desde 2008, era motivo más que suficiente para volver a participar y aportar información, al menos en cuanto a la distribución de esta especie.  Porque, sin duda, la tapenera de la Sierra Minera (Capparis zoharyi) es «una de las más singulares aportaciones de la Región de Murcia a la biodiversidad en el contexto europeo», frase para el ciprés de Cartagena (Tetraclinis articulata), especie emblemática de la flora murciana, de Esteve y Miñano, autores del Plan de conservación del taxón e importantes ecólogos.

El resultado de búsquedas, recolecciones para el Herbario UPCT y numerosas observaciones de campo, principalmente entre marzo y septiembre de 2013, es una modesta comunicación, en formato panel (póster), para el congreso: Apuntes sobre biología, ecología y distribución de Capparis zoharyi (tapenera de la Sierra Minera) en la Región de Murcia.

Mejorable, desde luego, pero una contribución suficiente para cubrir el vacío excesivo de conocimiento existente de esta tan sobresaliente especie.

18 de diciembre de 2013:
Habiendo transcurrido exactamente dos meses desde la clausura del Congreso es buen momento para compartir en esta entrada la información bibliográfica recopilada para la comunicación, que estuvo disponible como dossier para la presentación del panel y descargable en Internet hasta un mes después.  Con los libros y artículos consultados se llega a definir una línea cronológica de citas de Capparis sp. pl. en la Sierra Minera, con la que se puede seguir la pista a las referencias de C. zoharyi, como tal o como C. aegypcia, en los distintos rangos taxonómicos propuestos, en el territorio europeo de la especie. Como apunte curioso, no se contempla ni se cita en la Guía de los árboles y arbustos de la Península Ibérica y Baleares, de Ginés López (2002), seguramente la mejor y más completa obra de su temática y ámbito, reeditada y revisada por última vez en 2007, particularidad que vendría a evidenciar el desconocimiento generalizado sobre esta planta que se está comentando.

Distribución conocida de Capparis zoharyi en la Región de Murcia (UTM 1 x 1 km, 15-10-2013)

Para finalizar, el mapa de distribución de Capparis zoharyi en la Región de Murcia (arriba), presentado en la comunicación y, por tanto, actualizado hasta el 15 de octubre de 2013. Con posterioridad, se ha ampliado la información de la presencia de la especie al oeste de la ciudad de Cartagena, habiéndose comprobado una referencia pendiente de confirmación, en Galeras.

Muscari atlanticum, un nazareno diferente

Hace más de una década reparé en un nazareno (Muscari sp.) distinto –al menos esa era la impresión que causaba– a los nazarenos que estaba acostumbrado a ver y había fotografiado en los campos de los Baños de Mula, que eran de la especie Muscari neglectum. Recuerdo que por entonces había comprado la ‘Guía botánica de las sierras de Cazorla, Segura y Alcaraz’ y simplemente por proximidad, porque el nazareno con el que me surgió la duda lo fotografié en Arroyo Tercero (Moratalla), supuse –y estaba equivocado– que quizá podría tratarse de M. cazorlanum.

Muscari-atlanticum-Arroyo-Tercero

No disponía de más información y pista alguna que seguir, así que esta duda, como muchas otras, tendría que esperar para ser resuelta, como ocurrió con aquel clavel del Valle de Leiva de Sierra Espuña (Dianthus subbaeticus). Sin embargo, en mayo volví a encontrarme otro ejemplar de este nazareno diferente, también en litosuelos calizos, con inflorescencia alargada y compacta, dientes de las flores inferiores –fértiles– violáceas y aparentemente flores superiores –estériles– más numerosas, que además algunas se presentaban abiertas y no cerradas. En este lugar, en el Puerto de la Tía Lucía, cerca de Fuente Mellinas (Moratalla), también lo fotografíe, pero igualmente aparqué la imagen para, algún día, volver a rebuscar en la bibliografía.

Muscari-atlanticum-Puerto-la-Tia-Lucia

Por suerte, no hubo que esperar mucho tiempo, porque el pasado junio, concretamente el día 17, la obra Flora iberica adelantaba la 5ª entrega de géneros pertenecientes al volúmen XX, y en ésta el borrador del género Muscari, de Víctor N. Suárez-Santiago y Gabriel Blanca. En el rutinario repaso a los nombres de las especies y distribución por provincias, dos novedades para Murcia: Muscari atlanticum y M. olivetorum.

No obstante, determinar con claves una planta sólo con la información que puede extraerse de una fotografía obliga–sobre todo– a la cautela y, además, a solicitar ayuda y otra opinión. Aunque las características más evidentes indiquen que seguramente se trata de Muscari atlanticum, en ambos casos, si no se ha recolectado material [¡error!] es más que posible que no se despejen las dudas hasta nuevas observaciones, por lo que es fundamental optar por la vía –no siempre fructuosa– de escribir al experto, que corroboré que, al menos, la determinación va bien encaminada, como amablemente responde Víctor al poco tiempo de haberle consultado.

En definitiva, «moraleja», resuelve, no importa cuando, cualquier duda botánica que surja y, muy importante, pide ayuda, ahorrarás tiempo e incluso frustración innecesaria si te estás iniciando y no tienes mucha práctica con términos y claves.

 

Flora autóctona con valor ornamental

La flora de la Región de Murcia presenta numerosas especies silvestres de gran interés en jardinería y paisajismo, y buena parte de éstas, la mayoría, han sido estudiadas en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT), por el Departamento de Producción Vegetal. El resultado principal de las investigaciones del Grupo de Investigación que dirige Juan José Martínez Sánchez se presenta en la página web www.floramu.com y en el libro Especies silvestres mediterráneas con valor ornamental. Selección, producción viverística y utilización en jardinería, información destacada en la materia, de consulta imprescindible, por suerte oportunamente disponible al completo en Internet.

Tetraclinis-articulata-araar-sabina-Cartagena

Además de universidades, en la Región, asociaciones, administraciones regional y local, empresas y otras instituciones han desarrollado proyectos –algunos muy específicos– de recuperación y mantenimiento de jardines, de flora protegida y de producción de planta autóctona, que han obtenido notables avances en el conocimiento y experiencias; trabajos todos ellos de gran valor, centrados o que tienen aplicación en el ámbito regional.

Por tanto, con un interés claro, retomar y exponer el trabajo del libro citado y las destacadas experiencias previas, así como con el objetivo  –cumplido– de reunir a expertos regionales y dar a conocer sus proyectos, se organiza el curso de veranoFlora autóctona de la Región de Murcia con valor ornamental‘, que tendrá lugar del 17 al 21 de septiembre, en Cartagena, en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica (ETSIA) de la UPCT.

Periploca angustifolia-cornical

El curso, eminentemente práctico, se ha estructurado en dos jornadas teóricas, con ponencias de expertos, y tres jornadas prácticas, con visitas a instalaciones especializadas, que se cierran con una completa salida de campo botánica. A continuación se presenta parcialmente el programa (clic aquí para descargar). Para conocer otros detalles (precio, créditos de libre configuración, etc.) puede también visitarse la página oficial del curso.

Jornadas teóricas

Martes 17 de septiembre

– ‘Diversidad de la flora vascular de la Región de Murcia‘. Miguel Ángel Carrión Vilches, técnico de flora de la Dirección General de Medio Ambiente.
– ‘Especies silvestres mediterráneas con valor ornamental‘.  Juan José Martínez Sánchez, Dr. en Ciencias Biológicas y Catedrático de Producción Vegetal en la UPCT.
-‘Experiencias con flora silvestre protegida en el Banco de Germoplasma de la Región de Murcia‘, Francisco Javier Sánchez Saorín, agente medioambiental responsable del Banco de Germoplasma de la Región de Murcia.

Miércoles 18 de septiembre

– ‘Bulbosas silvestres de la Región de Murcia. Biología, distribución y posibilidades ornamentales‘. José Antonio López Espinosa, Biólogo y Consultor medioambiental.
– ‘Proyecto Araar: aportaciones de ANSE durante dos décadas a la conservación y recuperación de la fitodiversidad del Sureste Ibérico‘.  Jorge Sánchez Balibrea, Biólogo de la Asociación de Naturalistas del Sureste.
– ‘Experiencias con flora autóctona y otras especies alóctonas de clima mediterráneo en los jardines de la ciudad de Murcia‘. José Manuel Sánchez de Lorenzo Cáceres, Ingeniero Técnico Agrícola del Servicio de Parques y Jardines del Excmo. Ayuntamiento de Murcia, autor de www.arbolesornamentales.es y experto en flora ornamental.
– ‘Proyecto de recuperación del Jardín Botánico de Murcia‘. José Pedro Marín Murcia, Biólogo de la Oficina Verde y director de la Revista Eubacteria.

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Jornadas prácticas

Jueves 19 de septiembre

– ‘Experiencias con flora ornamental autóctona en la Finca Tomas Ferro de la UPCT‘. Jesús Ochoa Rego, Dr. Ingeniero Agrónomo y profesor en la UPCT, y José Antonio López Espinosa.
– ‘Especies de flora silvestre y experiencias en los espacios verdes y jardines de Cartagena‘. Miguel Alberto Guillén Pérez, Ingeniero Agrónomo y Jefe del Servicio de Parques y Jardines del Excmo. Ayuntamiento de Cartagena, José Luis Sánchez Vidal, miembro de la Asociación CreeCT, y José Antonio López Espinosa.

Viernes 20 de septiembre

– ‘Visita al Banco de Germoplasma de la Región de Murcia y a Viveros Muzalé‘. Francisco Javier Sánchez Saorín y Rubén Vives López, expertos viveristas, y José Antonio López Espinosa.

Sábado 21 de septiembre

– ‘Salida de campo a las sierras de Cartagena‘. José Antonio López Espinosa. Como colofón y cierre del curso se ha previsto un recorrido botánico por las sierras cartageneras orientales (Cola del Caballo, Atamaría, Calblanque, Acequión de Marchamalo, etc.) donde se observarán algunas de las especies autóctonas de especial interés ornamental (cornical, esparto, margarita marítima, mirto o arrayán, palmito, romero, salao, etc.) así como aquellas exclusivas de Cartagena en la Península Ibérica: esparraguera marina (Asparagus maritimus), tapenera de la Sierra Minera (Capparis zoharyi) y araar o sabina de Cartagena (Tetraclinis articulata).

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El curso está dirigido a Ingenieros Técnicos Agrícolas, Ingenieros Agrónomos, Licenciados en Biología, Licenciados en Ciencias Ambientales y alumnos del último curso de licenciaturas e ingenierías, así como de Doctorado y Máster, que quieran completar su especialización profesional en los campos de la restauración vegetal y paisajística, jardinería ecológica y sostenible, horticultura, etc., con especies vegetales autóctonas, así como consolidar sus conocimientos en flora silvestre regional, aunque está ABIERTO a todos los interesados, ya sean aficionados a la botánica, profesionales de la jardinería, particulares con inquietudes, etc.

En este caso, para la inscripción hay que escribir a Lola de Cañina (cursos.verano@upct.es) y facilitar los siguientes datos: DNI, nombre y apellidos, dirección postal, teléfono y dirección de e-mail. O bien, preferiblemente, llamar al 968327085, donde Lola atenderá oportunamente cualquier duda.

Compartir lugares y plantas con Google Earth

Son numerosos los programas que pueden utilizarse para trabajar y compartir información geográfica. Por ejemplo, son muy populares Compe GPS y OziExplorer entre senderistas y montañeros, ArcMap (ArcView) y R entre técnicos de SIG, etc.

Sin embargo, ninguna de estas aplicaciones ha logrado conseguir la sencillez y facilidad de uso de Google Earth, una herramienta potente con apariencia simple que ofrece múltiples posibilidades al alcance de cualquier usuario de Windows y Android.

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Entre las funcionalidades de este versátil programa resulta particularmente  interesante, para compartir un lugar o la ubicación de una planta, la marca de posición. Porque crearla es fácil y rápido, y sólo se necesitarán ocho clics de ratón, los siguientes, y apenas dos minutos:

Clic 1 > en el segundo botón de la barra de herramientas, para comenzar a crear la marca de posición. Es importante tener en cuenta que la marca no se creará en la punta de la chincheta americana (icono por defecto, que podremos cambiar), sino en el centro de la retícula amarilla que se mostrará de forma intermitente.

Clic 2 > para mover y ubicar la marca con precisión en el lugar o la posición de la planta que quiere compartirse. Es fundamental que sea lo más exacta posible, hasta donde la memoria lo permita, de tal modo que después sea fácil una localización rápida y sin confusiones, tanto delante del PC como, sobre todo, en el terreno.

Clic 3 > en el cajetín ‘Nombre’, para cambiarlo. En éste no debe de faltar ningún dato, de la especie y/o el lugar, autor de la marca y fecha. Si se considera que el nombre de la marca es excesivamente largo y -además- no se va a compartir, sólo se va a almacenar en ‘Mis Sitios’ del programa, se pueden omitir ciertos detalles, como autor de la marca, e incluso fecha, si se dispone de una fotografía de la que posteriormente pueda conseguirse ese dato.

Clic 4 > en ‘Aceptar’ para finalizar el proceso de creación de la marca, que se almacenará en ‘Mis sitios’ de Google Earth o en la carpeta que hayamos creado previamente.

Clic 5 > sobre la marca, con el botón derecho del ratón, para desplegar un menú de opciones, el siguiente:

Google-Earth-captura-pantalla-guardando-marca-posicion

Clic 6 > en ‘Guardar como…’

Clic 7 > para seleccionar la carpeta donde ‘Guardar archivo’ de ‘Tipo’ Kmz (*.kmz).  Preferiblemente elige una carpeta donde localizar la marca sea fácil de recordar y rápido de acceder; esta puede ser, por ejemplo, el Escritorio.

Clic 8 > en ‘Guardar’, para disponer definitivamente de nuestra marca de posición de Google Earth, un archivo poco pesado (~1 kb) que podrá abrir sin complicaciones cualquier otro usuario del programa.

Y ya está, así de sencillo. Con Google Earth es así simple y funcional facilitar la localización de un lugar determinado o donde se encuentra una planta concreta. Con la marca de posición el destinatario sólo tendrá que comprobar, en el programa, cómo se llega a la misma, haciendo un croquis mental, tomando notas en papel o bien abriéndola en la versión para Android de la aplicación, o incluso utilizando otras, como Orux Map, que nos conducirán, hasta hablándonos, smartphone en mano, a nuestro destino, sea lugar o planta.

Por último, un ejemplo, esta marca de posición de Google Earth, creada con los ocho clics anteriores y en menos de dos minutos, que corresponde a una palera o chumbera, la de la imagen siguiente: Opuntia maxima (O. ficus indica) Salinas de Marchamalo José Antonio López Espinosa 14-03-2013

Opuntia-maxima-palas-palera-chumbera-Marchamalo

Con la marca, de nombre completo y detallado, se tiene, además, pasado el tiempo, la información de donde y cuando se vio o fotografió y, también, si se incluyeron observaciones, se dispondrá de datos complementarios de interés que podrían olvidarse, como en este caso como se encontraba, indemne a la plaga de cochinilla, y el posible por qué, por crecer junto al mar y su brisa, cargada de diminutas gotas de agua y sal que parecen no gustarle al insecto.

En ‘El País del Búho’

El País del Búho es la Candidatura de Reserva de la Biosfera «Sierras y Campos de Murcia» que impulsa el Ayuntamiento de Murcia con el loable empeño de la Concejala y Tercera Teniente de Alcalde Adela Martínez-Cachá Martínez.

Sin embargo, una vez conocida la zonificación de la Reserva de la Biosfera propuesta (en adelante RB), prácticamente dejando la vista en la página 15 del documento técnico divulgativo, resulta triste que a estas alturas del siglo XXI muy poco o nada nuevo se vaya a aportar a la conservación de la flora amenazada presente en el territorio que comprende y, en concreto, para determinadas poblaciones de especies vulnerables y de interés especial, algunas especialmente relevantes.

No puede ser de otra forma «sin nuevas figuras de protección» –como puede leerse en la página de la Candidatura de la RB– y sin una zonificación que contemple, como zonas núcleo, determinados enclaves de notable diversidad vegetal y su entorno, aunque estén fuera de los viejos, confusos y muy mejorables límites de Parque Regional El Valle y Carrascoy (aún con el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales –PORN– sin aprobar) y LIC Carrascoy y El Valle.

Además, con o sin ‘País del Búho’ el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Murcia ya ha sentenciado y/o indultado a poblaciones concretas de flora amenazada, posiblemente con un fundamento basado en el desconocimiento total. Entonces, ¿qué se va a hacer al respecto si se declara la RB? Nada se ha dicho.

Se comprenderá mejor con varios ejemplos.

1.- Barlia robertiana. Durante mucho tiempo la orquídea gigante que localizó Gregorio Rabal en el Llano del Beal (Cartagena), en febrero del año 2000, fue objeto de visitas y admiración para botánicos y aficionados; era el único ejemplar conocido y vivo por entonces en el territorio de la Región de Murcia. Un lustro después, en 2005, se localizaron varios ejemplares, solitarios o en grupos reducidos, también en el Campo de Cartagena, y una población en las sierras prelitorales de Murcia muy importante y destacada, con centenares de ejemplares, que encontró Pepe Montijo en un lugar del Monte El Valle, aún hoy día fuera de los límites que establecen Parque Regional y LIC; hasta incluso el grupo más numeroso está fuera de la Microrreserva botánica propuesta en la zona [sic], por lo que su delimitación tampoco es precisamente muy acertada. No fue hasta 2007 cuando, en un rincón perdido del Puerto de la Cadena, o mejor dicho apenas visitado, agentes medioambientales detectaron un núcleo bastante numeroso de individuos que crecían en determinados pastizales de unos abarrancamientos margosos (de este lugar son los ejemplares de la primera fotografía de esta entrada). El seguimiento de flora protegida de la Administración regional del año siguiente, que de forma tan efectiva realizan los agentes medioambientales de la Brigada Móvil, detectó, muy cerca, la que es sin duda la mayor población de Barlia robertiana de la Región, enclavada en unos terrenos espectaculares de bad lands o subdesiertos, donde se contabilizaron 3000 ejemplares por censo directo y se estimaron más de 5000.
Pues este sensacional núcleo poblacional, que cuenta con miles de ejemplares, comprendidos en la zona de transición de la RB, tiene sus efectivos diseminados por Monte Público y, lamentablemente, la mayoría se encuentran en suelo urbano sectorizado, según el PGOU de Murcia, además en un Plan Parcial aprobado en Pleno del Ayuntamiento de Murcia en 2008. Seguramente, sólo la fortuna y el azar han querido que el grupo más numeroso de esta población haya sido permutado por el Plan Parcial como zona verde y que se haya incluido como terreno forestal no urbanizable en el PGOU pero, ¿qué ocurre con el resto? Varios centenares de ejemplares de una especie ‘Vulnerable’ del Catálogo Regional de Flora Silvestre Protegida (Decreto 50/2003, BORM núm. 131), en número claramente superior a los que propiciaron la propuesta de una Microrreserva botánica [o dos], a merced de una urbanización que tiene el visto bueno del Ayuntamiento.

2.- Biarum dispar. La primera población conocida de zamacuca en la Región de Murcia fue localizada también por Gregorio Rabal en el año 2000, muy cerca de la pedanía murciana de Los Martínez del Puerto (a esta corresponde el ejemplar de la imagen anterior). Aún se conserva, cada vez más deteriorada, porque la amenaza principal que afecta a la especie, la fuerte presión de las prácticas agrícolas derivadas de la implantación de nuevos cultivos extensivos e intensivos, en detrimento de los tradicionales de secano, ha venido produciéndose desde su descubrimiento. Por entonces, el reducido grupo de individuos conocido y la posible inmediatez de desaparición de éstos supuso que la planta fuese considerada ‘En peligro de extinción’ en el Catálogo Regional de Flora Silvestre Protegida (Decreto 50/2003, BORM núm. 131), categoría de protección que quizá hoy día ya no le corresponda. Tuvieron que pasar siete años para que, muy cerca, el biólogo de Torre Pacheco Fulgencio Sánchez Solana detectase la mayor de las poblaciones de zamacuca de la Región, en la que se estimaron 27000 ejemplares. Que la zona de este tan importante núcleo poblacional para la especie sea utilizada principalmente para la caza y que esté atravesada por una línea de alta tensión hacía pensar que su conservación podría estar asegurada. Pero, sin embargo, lamentablemente, también como la primera población, y a pesar de localizarse dentro del territorio que comprendería la RB, se encuentra en suelo urbano no sectorizado, según PGOU de Murcia, destinado a usos económico-dotacionales en grandes sectores.

3.- Achillea santolinoides subsp. santolinoides. La milenrama algodonosa, especie ‘De interés especial’ en el Catálogo Regional de Flora Silvestre Protegida (Decreto 50/2003, BORM núm. 131), aunque le correspondería -al menos- la categoría de protección ‘Vulnerable’, un excelente trabajo de Francisco Alcaraz presentado al III Congreso de la Sociedad Española de Biología de la Conservación de Plantas (SeBiCoP) así lo evidencia, es un endemismo del sureste ibérico descrito en 1891 en algún lugar entre Murcia y Orihuela. En este territorio estuvo prácticamente desaparecida hasta hace 25 años cuando se localiza en el Puerto de la Cadena un grupo de individuos que, paradójicamente, no ha vuelto a encontrarse después, aunque fue buscada profusamente para el trabajo citado. Hay que esperar más de dos décadas a que el azar y la casualidad permita detectar de nuevo a esta rara planta en otro lugar distinto del Puerto de la Cadena. Sin esperarla, a punto de pisarla, aparece en unos bancales abandonados durante la tarde del 29 de enero de 2012 (la ramilla terminal con hojas de la fotografía anterior es de aquel día). Pues esta población, en la actualidad la única conocida en el municipio de Murcia, recordemos territorio donde se describió la planta para la ciencia hace más de 100 años, también localizada en el interior de la RB, en zona de transición, otra vez, lamentablemente, está en suelo urbanizable sectorizado según el PGOU de Murcia, además en los terrenos de un Plan Parcial aprobado en Pleno del Ayuntamiento en 2008. Cuando acabe la crisis o antes, da igual que otros Resort muy cercanos hayan sido un fracaso, el propietario de los terrenos, con el visto bueno del Ayuntamiento, puede roturar y después cubrir con cemento y ladrillo los cultivos tradicionales abandonados que ha recolonizado esta rara planta,’En peligro de extinción’ en la vecina Comunitat Valenciana y «Vulnerable» en la Lista Roja 2008. ¿Ofrece la RB alguna garantía para la conservación de la milenrama algodonosa? Difícilmente.

Para tranquilidad de muchos, ¿podría asegurarse que la Candidatura de Reserva de la Biosfera, defendida y publicitada a bombo y platillo desde el pasado 26 de diciembre de 2012, no será finalmente un simple distintivo o reconocimiento? Quizá, incluso, esta tierra no merezca una RB, por el menosprecio y desapego que a nuestros campos, sus edificaciones, costumbres y tradiciones se han convertido ya en seña de identidad desde hace décadas en este rincón del sureste peninsular. Hasta hoy mismo olvido y abandono son la triste condena que aplican los murcianos del siglo XXI, con sus dirigentes a la cabeza, a las que son nuestras propias raíces. Como ejemplo, en la imagen anterior, de 2010, la Ermita de lo Pareja, símbolo del esplendor agrícola de otra época, en el centro de un enclave de gran diversidad vegetal de los campos de Murcia. Venida a menos, ruinosa, a punto de derrumbarse (hace unas semanas se desplomaron las vigas de madera de la nave central y pronto será un montón de escombros), caerá, absurdamente garabateada de graffitis, completamente desconocida y olvidada, como si hubiese sido inexistente para los murcianos modernos, que ya no conocen la forma de vida de sus abuelos y viven casi totalmente desvinculados y sin afecto alguno a la naturaleza y tradiciones agrícolas de su entorno más cercano.

Clathrus ruber, Puerto de la Cadena

El clatro rojo, nombre científico castellanizado que se da a Clathrus ruber, o huevo del diablo, según la Guía de Hongos Micodes, es un hongo extraño y fascinante, propio de territorios cálidos y poco frecuente en la Península Ibérica, que podemos encontrar a comienzos del invierno en algunas sierras murcianas.

Las lluvias del pasado noviembre consiguieron despertar mi interés por las setas y, sobre todo, lograron que dejara de ser un ignorante casi al completo en la rama botánica de la micología. Sin embargo, entre los contados hongos que ya conocía estaba Clathrus ruber y recuerdo perfectamente cuando lo observé por primera vez [*]. Era diciembre de 2002 y visitábamos la Barlia robertiana del Llano del Beal, por aquel entonces el único ejemplar -conocido- de esta orquídea en la Región de Murcia. Y allí, muy cerca, casi escondido entre las hierbas, crecía una pequeña de estas rejas del diablo o vómito de bruja, como se llaman en Cataluña («rejes de diable» y «gita de bruixa», respectivamente). [*Respecto a lo indicado en este párrafo VÉASE NOTA IMPORTANTE al final]

Diez años, como los que habían transcurrido, son muchos e incluso me planteaba buscarlo. Pero el azar quiso que en una típica salida de campo de diciembre, en las que se anda mucho y se ven flores las justas, nos tropezásemos de casualidad con un grupo de tres ejemplares de este singular y pestilente hongo. Dos muy pasados y el de la fotografía, que se hizo teniendo como trípode al suelo, porque la hora, cercana al atardecer, y el lugar, un bosque cerrado y umbrío, obligaban a una exposición larga de más de un segundo.

Al día siguiente, por la mañana, volvimos al mismo lugar, a verlo de nuevo, y las moscas -más bien moscardones por su tamaño- eran numerosas sobre el clatro y, muy activas, se concentraban y detenían una y otra vez en el carpóforo, rebuscando con avidez, en todos sus recovecos, la ansiada carne putrefacta que engañadas ven y huelen pero que nunca encontrarán. Un espectáculo, orquestado por la evolución, que tiene un único objetivo, que el insecto se lleve las esporas.

Si este elaborado mecanismo de dispersión de las esporas, su forma, olor y nombres no resultan lo suficientemente atractivos como para buscarlo o prestar atención en diciembre y enero durante las salidas al campo dejo a continuación las observaciones que sobre la especie se hacen en La Guía Incafo de los hongos de la Península Ibérica, de Moreno, Manzón y Zugaza (1986): «conocida desde la edad media y utilizada en brujería. Su hallazgo en el campo era considerado como símbolo de mal augurio y quizá por ello, en algunas zonas, aparecen sus carpóforos pisoteados sin contemplaciones».

17 de enero de 2017:
Por confusión y/o determinación rápida en campo, aunque ni más ni menos que del [gran] botánico Pedro Sánchez Gómez, a quien acompañaba aquella mañana de diciembre de 2002, arrastré años [¡12 nada menos!] el error en la determinación de aquel hongo de pequeño cuerpo fructífero, rojizo, enrejado y maloliente, del Llano del Beal y que creía mi primera observación de Clathrus ruber.

Colus hirudinosus de Atamaría

En marzo de 2014, muy cerca, aunque no lo iba buscando, pude detectar a aquel hongo de nuevo y fotografiarlo (imagen anterior), también en las proximidades de la carretera minera RM-F 42, en el interior del Parque Regional de Calblanque, Peña del Águila y Monte de las Cenizas. Surgió la duda, y al comprobarlo cambió por completo la determinación, se trataba del colo rojizo (Colus hirudinosus).

No me sorprende la confusión y/o determinación rápida en campo del Catedrático de Botánica, porque nadie es infalible, ni siquiera los expertos, y  además porque, poco después de la identificación correcta, me planteé la siguiente reflexión, basada en qué podemos fallar si nuestra fuente de información es incompleta, o nos puede conducir a equivocación:

En definitiva, “moraleja”, revisa, no importa cuando, cualquier duda botánica que surja y, muy importante, también, corrige ésta si corresponde, soluciona el error si se ha producido, sobre todo evita que se encadene y multiplique: es fundamental rectificar cualquier posible origen de incertidumbre y confusión posterior.

Vinagrillos de flores rosadas (2)

Este mismo año podía leerse una breve nota en este blog donde se daba a conocer una publicación en la revista científica Flora Montibérica que trataba sobre vinagrillos de flores rosadas en Murcia. En esta, principalmente, se recopilaban datos sobre la distribución en nuestra Región como naturalizados (adventicios) de dos especies (Oxalis bowiei y O. debilis) y, además, se destacaba la confusión existente hasta entonces con otra (O. articulata) en las dos únicas referencias anteriores de estos singulares y bastante desconocidos vinagrillos.

Sin embargo, ese tipo de publicaciones quedan en la mayoría de los casos ahí, a veces ininteligibles y sobre todo lejos del público en general, sólo útiles para botánicos y muy puntualmente.

Por eso resulta tan importante el reportaje de Pepa García de ayer martes 18 de diciembre en el suplemento central Nuestra Tierra del diario La Verdad, titulado Vinagrillos rosas, unos auténticos desconocidos. Porque llega a mucha más gente, con un lenguaje sencillo, sin la terminología que convierte en aparentemente farragosos a los textos botánicos y, al fin y al cabo, consigue con más eficacia el objetivo buscado, que no sean prácticamente unos auténticos desconocidos.

Floradas de guíscanos murcianos

En la Región de Murcia la temporada de setas es muy corta, apenas dura unas semanas en el mes de noviembre, si las lluvias acompañan y el calor, viento y heladas no lo impiden. Si el año no es malo, con suerte, pueden cogerse los primeros guíscanos (Lactarius sp. pl.) ya en la última semana de octubre y la florada puede prolongarse hasta la primera quincena de diciembre. El lugar más indicado, sin duda, es la comarca del Noroeste murciano.

Como en este lluvioso otoño de 2012 se han acumulado, en dos meses, desde finales de septiembre, más de 200 litros por metro cuadrado en cualquier punto de las sierras prelitorales murcianas, el suelo está muy húmedo. Además aún no ha hecho frío, ni hemos tenido días de viento, perfecto para ver setas a cada paso y, sobre todo, para salir al monte a coger guíscanos, que bien cerca de la ciudad de Murcia también los hay.

Con esa intención nos acercamos el pasado lunes a un pinar concreto del Parque Regional El Valle-Carrascoy, prácticamente al lado mismo de casa. Eso sí, fueron claves las indicaciones que nos dieron, suficientes para intentarlo, al menos para no ir a ciegas. La abundancia de este año y seguramente la suerte del principiante hicieron el resto, ¡los encontramos!, a pesar de que la zona se veía frecuentada y rebuscada. Y uno de los primeros, a minutos de dejar el coche, fue el anterior, un guíscano rojo o de sangre (Lactarius sanguifluus) bien sano, que extraje completo, incluido el pie, para la fotografía.

Sin embargo, los guíscanos o níscalos –como se les conoce en Murcia–, nízcalos, mízcalo, mizcle, rovellón, rebollón, etc. en otras zonas de España, son principalmente de la especie Lactarius deliciosus, comunes durante el otoño en los pinares de toda la Península Ibérica. Pero en la Región podemos encontrarnos también este otro de las imágenes, L. sanguifluus, algo menos frecuente por ser más termófilo y también excelente comestible, aunque de mejor sabor y consistencia.

Por lo general los guíscanos, ambas especies, se «esconden» muy bien entre la pinocha, mucho más que los de las siguientes fotografías, y hay que tener bien entrenado el ojo y saber dónde buscarlos. Pero no hay que desistir en el intento, por muy inexpertos que nos consideremos, porque no son raros, sino comunes, aunque pueda parecer lo contrario, solamente ocurre que estas setas están sobreexplotadas.

Su porte es muy característico, tanto como su coloración, anaranjada en Lactarius deliciosus y rojiza, más pálida y a veces verdosa en L. sanguifluus. El pie del siguiente guíscano no deja lugar a dudas de la especie que se trata. Precisamente porque son fáciles de identificar se recolectan casi como ninguna otra en esta región tan micófoba y poco aficionada, en general, a coger setas.

Y si aún tuviésemos dudas estas se desvanecerán una vez los cortemos y manipulemos. En el mismo corte apreciaremos en el pie una circunferencia anaranjada o rojiza y cuando los tocamos los dedos quedarán impregnados de un líquido algo viscos (látex) del mismo color. La primera característica se aprecia bien en la siguiente fotografía y la segunda la comprobaremos en nuestras manos, directamente en el campo, frotando cualquier parte de la seta.

Otoño primaveral

Si llueve a final del verano, en las dos últimas semanas de septiembre, por ejemplo, el otoño nos regalará otra primavera florida antes de que acabe el año. En mi memoria lleva ya mucho tiempo grabada una fecha clave, perfecta para ver en todo su esplendor a la flora serotina, en la franja costera oriental de la Región de Murcia: el 12 de octubre, día de la Hispanidad.

Raro narciso de otoño de ocho pétalos

Después de dos años en los que el comienzo del otoño fue muy seco, y nefasto para disfrutar de la segunda primavera mediterránea, a la tercera fue la vencida. ¡Al fin! Miles de narcisos de otoño (Narcissus obsoletus, antes N. serotinus) estaban esperando, como las plantas del desierto, a las abundantes lluvias que se dan en un momento concreto, y tras el verano además es perfecto, porque también acompañan temperaturas suaves. Una situación otoñal, pero equiparable a la primavera, que se repite de forma recurrente, aunque irregularmente, en este rincón del Mediterráneo occidental, ¿quizá 3 o 4 veces en una década?. Entonces, miles de bulbos, la mayoría aletargados en las bolsas de suelo, así permanecieron en los dos otoños anteriores, captan la señal que dispara un desarrollo rápido, explosivo, que concluye en una floración casi totalmente sincronizada, que ocurre ¡en sólo 12 días!.

Son tantos los narcisos que florecen en un corto intervalo de tiempo que pueden verse algunos con siete pétalos –por mera probabilidad–, e incluso otros, mucho más raros, de ocho piezas. Seguramente fotografiar uno de estos últimos es comparable a encontrar un ‘trébol de cuatro hojas’, ¿traerá también suerte?

En otoños como este, cuando se produce esta impresionante floración de narcisos, hay que probar suerte y buscar una discreta y bastante esquiva planta también otoñal, la rara Scilla autumnalis. Durante prácticamente un siglo pasó desapercibida entre los ejemplares de otra especie muy similar del mismo género, más abundante y distribuida, la S. obtusifolia. Tan fácil es la confusión posible entre ambas que el botánico cartagenero Jiménez Munuera, que la cita por primera vez en las sierras de Cartagena, como Scilla autumnalis, en 1903, es consciente del error con S. obtusifolia y lo corrige muy pocos años después, en 1908. Pero, curiosamente, sin reparar en que también crecía la primera en territorio cartagenero. Quizá por esta facilidad de confundirlas, y porque casi que una ‘oculta’ a la otra, no fue hasta 1997 cuando se confirmó Scilla autumnalis en la Región de Murcia, donde aún son contadas las localidades conocidas.

Las dos escilas florecen generalmente sin hojas y casi al mismo tiempo, aunque quizá Scilla autumnalis lo haga un poco antes y requiera de menores precipitaciones previas. Con las hojas, que algunos ejemplares pueden tener durante la floración, casi ocultas en la base de la inflorescencia, desarrolladas de forma muy incipiente, no hay posibilidad de duda, si son lineares acabamos de encontrarnos con la especie más rara del género en Murcia. Y eso ocurrió el pasado 10 del 10, en el Parque Regional El Valle. Después de recorrer el trayecto desde el Albergue al Depósito [de agua] El Valle, y ver centenares y centenares de narcisos de otoño, nos encontramos, ya al caer de la tarde, sobre las siete, varios grupos de una Scilla que apuntaba a S. atumnalis, por el tamaño de las flores y coloración violácea azulada de éstas, que no eran moradas, algo mayores y más numerosas como en S. obtusifolia. Apenas hubo que buscar mucho entre la pinocha para ver las hojas, casi recién salidas del bulbo. Y no había duda, confirmaban a S. autumnalis, que no había sido indicada antes en las sierras prelitorales murcianas. Este es el pliego recolectado (clic aquí) para el herbario de la Universidad Politécnica de Cartagena (Herbario UPCT).

En este otoño primaveral tenía que acercarme también, sí o sí, a la Isla del Ciervo, enclave cartagenero que despertó en mi adolescencia el interés por las plantas, y al que sólo había vuelto en una ocasión desde que no está conectada por carretera con La Manga del Mar Menor. Concretamente estuve el 10 del 10 del 10 y me encontré la isla convertida en un desierto de piedra y sus suelos, ricos en bulbosas, secos y polvorientos. Tenía que borrar esa imagen de la isla de mi memoria y este otoño parecía perfecto para verla en todo su apogeo otoñal, ya que, si no me equivoco, cuando la vi así por última vez fue en 1997, hace nada menos que 15 años, se dice pronto. Lamentablemente en este extremo sureste del sureste de la región del sureste peninsular tuvo que llover menos, o quizá no lo suficiente, porque apenas habían flores de narcisos y escilas de otoño (Narcissus obsoletus y Scilla obtusifolia), nada siquiera parecido con la floración que esperaba y recordaba y que, pocos días antes, pude ver en el Cabezo Ventura, a escasos 16 km hacia el oeste, y en las sierras prelitorales.

Sólo algunos rodales de S. autumnalis, mayoritariamente en fructificación temprana, con hojas, y del raro ranúnculo o botón de oro de floración otoñal (Ranunculus bullatus), al que no veía ni fotografiaba desde 1997, atestiguaban que, al menos, este octubre no era extremadamente seco, como el los dos anteriores. Pero habrá que volver.

Palmera de 13 brazos de La Palma (Cartagena)

No tengo claro como conocí que existía esta palmera de 13 brazos de La Palma. Quizá fue en algún programa de la televisión autonómica Canal 7 Región de Murcia (7RM), tristemente recién desaparecida, o bien sólo atrajo mi mirada, porque puede verse circulando en coche –aunque con dificultad– desde la Calle de Emilio Castelar, travesía en la que se convierte la carretera MU-311, que llega a este punto proveniente de Pozo Estrecho.

Esta fotografía de mi vieja y ya retirada de uso Nikon CoolPix 5700 fue tomada durante la mañana del 15 de agosto de 2007. Entonces, hace cinco años, era la primera vez que veía a esta singular palmera, de la especie Phoenix dactylifera, y que se encuentra en la Plaza García Vaso de la diputación cartagenera de La Palma, frente a la Ferretería Escribano.

Cómo es lógico me impresionó, pero no llegué a darle la importancia que se merece –y no tiene–, salvo para los palmesanos. Hasta que Mercedes Aranzueque, de la Asociación UNESCO La Cultura del Oasis, a quien le sorprende que esta palmera no sea muy conocida, me transmitió su entusiasmo en estas grandes hierbas arborescentes, de silueta omnipresente en los vergeles del mundo, y en concreto en este magnífico ejemplar. Porque no sólo es una palmera única, sino que sería equiparable a la famosa Palmera Imperial del Huerto del Cura, símbolo e hito turístico del palmeral de Elche, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.

Así, muy interesado en conocer cuantos detalles pudiera de la palmera de 13 brazos La Palma, llamé a la ferretería y me remitieron a Rafael Ortega, trovero palmesano que se conoce la historia del pueblo y sus rincones como la palma de su mano. Me contó Rafael, que tenía una bodega donde ahora está la Ferretería Escribano, que la palmera la plantó Antonio González Martínez, «el jardinero», en los años 50 o 60, por petición expresa del alcalde pedáneo de aquella época, Antonio Bolea Barrancos. Que durante una tempestad cayó una chispa o un rayo sobre la palmera y la copa principal quedó destruida, tanto que parecía que se iba a secar, hasta que al tiempo le salieron los 13 brazos [parece que simultáneamente] que tiene y conserva hoy día. Esto ocurrió así, no es ninguna historia que circule entre los palmesanos, porque la vecina María Rosario Hernández Salas vio lo sucedido. Además, me contó Isabel Pérez Baños, la mujer del ferretero Escribano y que actualmente se ocupa de la ferretería, que fue su marido quien hizo el primer soporte que sujetaba los brazos de la palmera, el que puede verse en la imagen y al que le veo como único inconveniente que descansa sobre el tronco, pero que desde luego la mostraba en todo su esplendor mucho mejor que el actual.

Apenas unos meses después de mi visita la Plaza García Vaso fue remodelada y se construyó «una estructura metálica especial para asegurar la palmera multibrazo existente y evitar riesgos de rotura y caída». Esta estructura, la nueva pavimentación y el edificio de línea moderna levantado a escasos 30 metros le restan bastante encanto al entorno de la palmera de 13 brazos de La Palma, un ejemplar único que, como poco, debería ser más conocido.

De modo que si con estos párrafos logro despertar un mínimo interés en esta excepcional palmera y animo a visitarla puede darse mi objetivo como cumplido.

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