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Flora de Murcia

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Adiós a un anciano vegetal

Los árboles monumentales, aunque vegetales ancianos, en muchos casos de aspecto decrepito, son majestuosos monumentos naturales y testigos vivos del paso de la historia. Por la admiración que despiertan en quienes los conocen y sobre todo por el significado natural, social y cultural –hasta económico–, es de vital importancia conservarlos como parte relevante del patrimonio de un territorio.

Pino-de-la-Luz-marzo-2014

Sin embargo, alcanzada gran longevidad, llega irremediablemente su decadencia y, cuando evidencian progresión –a veces acelerada– hacia el final de sus días, sólo puede esperarse una cada vez más probable y al mismo tiempo anunciada pérdida, acontecimiento, sin duda, triste y lamentable.

Curiosamente, muchos de estos viejos árboles son desconocidos, salvo para los habitantes de una zona escasamente poblada, o para los visitantes de la misma, de tal forma que la desaparición de ejemplares notables e insignes no alcanza –al menos– la trascendencia merecida. Buen ejemplo de esta circunstancia sería la ocurrida con el Roble de las Lentejas, en Casas Nuevas (Mula), que murió en 2005 y al que se le atribuyó –erróneamente– hasta edad milenaria. Realmente era impresionante contemplarlo, incluso estando ya muerto y con las ramas desgajadas de su grueso tronco.

Pino-de-la-luz-31-diciembre-2014

Pero hay casos radicalmente opuestos, como el del singular Pino de la Luz –en las imágenes–, localizado frente a la fachada del Eremitorio de la Luz, en el Parque Regional El Valle. Este enorme pino carrasco (Pinus halepensis), de peculiar porte y copa aparasolada que recordaba a un pino piñonero, era el árbol más longevo del Parque, donde era muy conocido –hasta famoso– y –podría decirse– que se había convertido en símbolo del mismo, por el lugar (mágico) donde se ubicaba (al pie de la Luz), sus grandes dimensiones y  su sugestiva e inconfundible silueta. Imposible que no captase la atención y que causase fascinación.

Lamentablemente el Pino de la Luz ha muerto en 2014. Su actual copa amarronada, así desde el pasado octubre, que se torna anaranjada al final de las tardes de invierno, es su última forma de resplandecer. Con su extraño follaje de coloración otoñal, esplendoroso por las últimas luces del año que lo vio morir, quise inmortalizarlo. No sólo para mi archivo fotográfico, sino como merecido recuerdo de sus momentos finales, también para compartirlo de este modo definitivo con tantos que lo conocieron.

24 de enero de 2015:
La desaparición de este anciano vegetal fue noticia el domingo 18 de enero, en el Diario La Verdad. En el siguiente recorte de prensa puede leerse el  artículo, de Miguel Ángel Ruiz, titulado ‘El pino de La Luz se queda sin fuerzas’, en el que se destaca que «la sequía y el barrenillo acaban con el emblemático gigante de El Valle, que será talado».

El-Pino-de-la-Luz-se-queda-sin-fuerzas

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